HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







miércoles, 19 de noviembre de 2008






"No a todas las cosas les es lícito tener palabras antes del día"

(F. Nietzsche)

martes, 11 de noviembre de 2008

La escritura de un pensar laberíntico: entre nos-otros

(Fragmento de "Entre la palabra y el abismo: habitar lo extraño en uno)




Una escritura-experiencia de la filosofía, que podemos inscribir en una lógica laberíntica y que no espera encontrar, sino perder el rostro, es una escritura que se instituye a partir de la diferencia, del principio de alteridad. Y es una filosofía tensional, en tanto su escritura se crea entre lo que se sabe y lo que no. Entre quien se es y lo otro que somos. Entre la interioridad y lo extraño. Las cosas, el mundo, los otros, hablan siempre una lengua diferente. Perder el rostro manifiesta esa tensión entre lo uno y lo otro, ese paseo de una filosofía tensional que hace de su escritura su carácter: en sus palabras tiene que quedar la huella del habitar de lo extraño en uno, la diferencia que se hace cuerpo, la discontinuidad respecto de nuestra mismidad.

Frente a la imagen de un pensamiento cuya lógica se reduce a la racionalidad argumentativa, nos preguntábamos si era posible otro filosofar, que no concluya en definiciones últimas, sino que por el contrario, abra el juego a nuevos posibles, un pensar que se constituya a partir del acontecimiento, y que las verdades a las que arribe sean pensadas siempre como verdades en tránsito. Para este pensar laberíntico, y para una escritura de este pensar se nos presenta también una subjetividad otra; no aquella que resulta garante del conocimiento (“en tanto me conozco a mí mismo, puedo conocer las cosas”, ya que no esperamos encontrarnos, sino perdernos). Una subjetividad entendida a partir de la diferencia, que more y afirme el juego de fuerzas que la forma, la deforma y la transforma. Que se “abandone”, soltando las certezas sobre las que reposa; entregarse a las fuerzas del acontecer, y posicionarse otra vez respecto de ellas. Habitar en el “entre” nosotros y los otros; en un nos-otros: en tanto nos habita la diferencia, en tanto somos siempre otros para nosotros mismos en el devenir de nuestro pensamiento.

Una escritura-experiencia es siempre una escritura a otros, de otros y con otros; en la medida en que se da a partir de un diálogo con la alteridad. Una escritura-experiencia es un encuentro de diferencias que no se reduce a ninguna de ellas, ni es síntesis de contrarios, sino lo nuevo que desde allí mana. Lejos de fijar sentidos, al modo arquitectónico, se trata de una escritura que permite la generación de nuevos sentidos, que se instituye a partir del continuo movimiento del pensar. Es un pasar de sentidos a nuevos sentidos, y en este pasar la subjetividad se crea y recrea. Una escritura-experiencia posibilita figuras provisorias de la identidad, múltiples rostros que se van transformando a partir de las diferencias que se establecen consigo mismas en ese “abandono” al movimiento de un pensar no totalizante.

Invierte la relación de lo posible y lo real. Hace posible lo real. Una escritura-experiencia no busca legitimar lo que sabe a través de su lógica explicadora, en el intento de hacer real lo posible o un deber-ser; sino por el contrario, que lo real se haga posible. Tomar la realidad como punto de partida y abrir posibilidades, nuevos horizontes, no los previstos, puesto que no estamos buscando orientarnos en el pensamiento como cuando recorremos una ciudad con un mapa. Afirmar lo posible implica afirmarlo como enigma y como tránsito, como azar y como escucha. Como invención. Como encuentro.

La experiencia que va lo real a lo posible instaura nuevos órdenes, nuevas relaciones con los mapas, nuevas formas de jugar. Julio Cortázar en su Rayuela describía el juego entre la Maga y Oliveira diciendo en boca de este último: “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. También podemos decirlo como Benjamín cuando escribe: «Importa poco no saber orientarse en un ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere un aprendizaje». Picasso lo dijo así: “Yo no busco, encuentro”. Por último, podemos decirlo con Miguel Morey: “Si pasear es un proyecto por medio del cual se rompe con el mundo del proyecto es porque en él se busca lo que no se espera –se sale al encuentro de aquello que sólo cuando se encuentra se sabe que se estaba buscando.”

martes, 4 de noviembre de 2008

mensagem-miragem

Imagem-mensagem... uma mensagem nebulosa, sem foco, mas que, como as miragens, abrem-se ao olhar do outro, daquele que vê de forma generosa. Sem foco, damos a pensar mais sobre as possibilidades das formas e das pessoas. Penso nesse corpo-infantil que chega à escola... por que qualquer processo de educação tem a intenção de atribuir foco para as imagens? Não é a vibração dos corpos que nos costura aos outros... A vibração que nos faz ser mais maleáveis, mais sem formas... dês-formes e nebulosos. Seu corpo nessa foto é como as crianças não linguajadas da escola... são corpos que escapam, que nomadizam, que vibram com o mundo!

(Así habló Marcelo)

domingo, 2 de noviembre de 2008

miragem