HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







martes, 25 de marzo de 2014

Entretanto, largos años


"Desde esta aislamiento enfermizo, desde el desierto de tales años de tanteo, hay todavía un largo trecho hasta esa enorme y desbordante seguridad y salud que no puede renunciar a la enfermedad misma como medio y anzuelo del conocimiento; hasta esa libertad madura del espíritu que es igualmente autodominio y disciplina del corazón y permite el acceso a muchos y contrapuestos modos de pensar; hasta esa copiosidad y ese refinamiento internos de la sobreabundancia, que excluyen el peligro de que el espíritu, por así decir, se pierda y enamore por sus propios caminos y, embriagado, se quede sentado en cualquier rincón; hasta ese exceso de fuerzas plásticas, curativas, reproductoras y restauradoras, que es precisamente el signo de la gran salud, ese exceso que le da al espíritu el peligroso privilegio de poder vivir en la tentativa y ofrecerse a la aventura: ¡el privilegio de maestría del espíritu libre! Entretanto pueden pasar largos años de convalecencia, años llenos de multicolores mutaciones, a un tiempo dolorosas y encantadoras, dominado y llevados de la rienda por una tenaz voluntad de salud que a menudo osa ya vestirse y travestirse de salud. Hay en esto un estado intermedio, que un hombre de tal destino no recuerda luego sin emoción: le es propia una pálida y tenue luz y dicha solar, un sentimiento de libertad de pájaro, de petulancia de pájaro, algo tercero en que curiosidad y delicado desprecio se han combinado. Un -“espíritu libre”-: esta fría expresión es benéfica en este estado, casi calienta. Se vive ya no en las cadenas de amor y odio, sin sí, sin no, voluntariamente cerca, voluntariamente lejos, de preferencia esquiva, evasiva, elusivamente; presto a escapar, a remontar el vuelo; se está mal acostumbrado, como cualquiera que una vez ha visto por debajo de sí un inmensa cantidad de objetos, y se ha llegado a ser lo opuesto de los que se preocupan por cosas que no les conciernen. En realidad, en adelante al espíritu libre le conciernen exclusivamente cosas -¡y cuantas cosas!- que ya no le preocupan..."

FNietzsche 


jueves, 13 de marzo de 2014

Diferencia y multiplicidad

Mantener la multiplicidad -esa es la cosa mas difícil para alcanzarnos a nosotros mismos-. No quedarnos con la primera o última modificación que nos adviene, para abandonar las viejas identidades, los viejos modos de sujetarnos a nosotros mismos, de sujetarnos a lo que pensamos. Abandonar así lo que nos inventó, nuestros intercesores, las propias creaciones. Atrevernos a la multiplicidad, a todos nuestros rostros y nombres, a todos los diagnósticos y personajes, a los modos de vida que nos hemos venido creando. Aprender a sostener la multiplicidad y las diferentes fuerzas que nos atraviesan. Raíces a la propia vida que deviene, paradoja de las raíces al tránsito y a lo que pasa, pero también a lo que se nos suma. Que no hay identidad una, y que esos abandonos no son francos, no con uno mismo.

viernes, 7 de marzo de 2014

No defendernos de la vida

Leía recién que para Marguerite Duras la literatura tiene la misión de representar lo prohibido. De decir lo que no se dice normalmente. Que la literatura debe ser escandalosa y que el poeta es en sí mismo ese riesgo. Alguien que contrariamente a nosotros, no se defiende de la vida. 

Y pensaba que todo en nosotros es literatura. Que nuestra subjetividad emerge desde esa narratividad que hacemos de nosotros mismos. Que hacemos literatura cuando intentamos hablarnos, aunque no nos escuchemos. Y pensaba también qué pena aquellos que están más atentos a los relatos de los otros que a los propios. Y qué pena aquellos que prefieren decir lo que se acostumbra a decir normalmente. Y que pena aquellos que no se animan a decir sus verdades. Y mucho más, aquellos que se arrogan una única verdad y la usan para agredir y hasta para matar. 

Ojalá aprendamos a ser como los poetas. Y a no defendernos de la vida.