HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







martes, 8 de septiembre de 2015

Practicar la verdad en la propia vida


Para los cínicos, la vida consistía en vivir según los principios de una verdad que deviene insoportable, en la medida en que abandona el ámbito de los discursos para encarnarse en la existencia. Se trata, sin más, de otra forma de comprender la verdad: no la verdad del conocimiento, no la verdad de los discursos, sino la verdad de la que podemos dar testimonio con la propia vida. (Para pensar en las propias prácticas académicas, ¿no?) Se trata de una relación con la verdad crítica: en cuanto supone, no hacerse juez de la verdad y la mentira -algo que por demás tiene su punto de emergencia dentro de la dimensión histórica del conocimiento-, sino dar testimonio con la propia vida de una verdad, para transformar el mundo. Para una vida otra. Para otra vida, para otro mundo. Es un trabajo sobre sí mismo, y con los otros. Y esta es, sin más, la tarea que Foucault pensaba que tenía la filosofía: una tarea política, y que llegó a llamar como "militancia filosófica". Algo que deberíamos trasladar a las instituciones, a las prácticas, a los modos en que debatimos, a los modos en que comunicamos nuestro trabajo los investigadores, al modo en que enseñamos quienes somos maestros y profesores.

Las últimas palabras pronunciadas por Foucault, en el último curso que dio en su vida, fueron: "No hay instauración de la verdad sin una posición esencial de la alteridad. La verdad nunca es lo mismo. Solo puede haber verdad en la forma del otro mundo y de la vida otra".

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