Casi doscientos años después, y la propiedad privada sigue pasando por un hecho natural, la economía sigue con sus metáforas climáticas, la igualdad sigue concibiéndose como igualdad en el punto de largada. Habrá que hacer genealogía, mostrar los cruces entre el cuerpo y la historia. Y volver, una y otra vez, no sólo a Freud y a Nietzsche. También a Marx.
“La economía política parte del hecho de la propiedad privada; no lo explica. Concibe el proceso material de la propiedad privada, como ocurre en la realidad, en fórmulas generales y abstractas que sirven entonces como leyes. No comprende estas leyes; es decir, no demuestra cómo surgen de la naturaleza de la propiedad privada. La economía política no aporta una explicación de la base de la distinción entre el trabajo y el capital, entre el capital y la tierra. Cuando, por ejemplo, se define la relación de salarios y utilidades, esto se explica en función de los intereses de los capitalistas; en otras palabras, lo que debe explicarse se da por supuesto” (MARX, Karl. “El trabajo enajenado”. En Manuscritos económicos filosóficos).
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