Muchas de las imágenes de Alain Laboile parecen retratar mi infancia: o el recuerdo de ella, o lo que de ella queda de diferentes subjetivaciones. Algo me dice que está allí. Que puedo dar un paseo o un viaje relámpago: sólo mirando cómo las hormigas trabajan -mirándolas muy de cerca- o diciéndole a uno de mis gatos que sí, que él es una pantera -la conexión con ellos no se modificó ni un ápice- . O extraviando la mirada cuando el aire es fresco. O también olvidándome que el tiempo pasa cuando lo que se ve pasar es el agua en una acequia. O recordando los escondites secretos en mi habitación, o el vértigo de la velocidad de la bici. O leyendo, cuando leer es entregarse al vaivén de las palabras sin escudriñar su sentido. Cuando por momentos logro escaparme del influjo de la identidad: sí, ahí está esa niña.
lunes, 30 de mayo de 2016
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