HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







sábado, 11 de octubre de 2008

La infancia que no es del otro


¿Por qué dejar de ser infantes? ¿Por qué nombrar las cosas con las palabras impuestas por otros? ¿No es la in-fancia esa condición en nosotras, niñas-adultas, y en todos, de no tener aún el lenguaje para nombrar lo nuevo que nos acontece? ¿No es propiamente ese intento de nombrar un mundo nuevo que aparece? ¿No es, ser infantes, nombrar las cosas con nuestras propias palabras, abrirnos mundo y mundos posibles con nuestras palabras-a-tientas? ¿No es relacionarnos de otro modo con el lenguaje, no es hablar sino en metáforas? ¿No es la infancia esa actitud de ver las cosas como si las viéramos por vez primera, cada vez? ¿O esa actitud que nos permiten que “nos pasen cosas”, en un mundo de adultos que pretenden controlar el futuro, sus relaciones, su vida, para no sufrir?

La infancia, la experiencia y lenguaje que nos habita, en el que co-habitamos: que nos atraviesen. Sigamos siendo permeables a que las cosas nos atraviesen, también el dolor, pero sin dejar que las cosas nos atraviesen ¿podemos ser felices? ¿Podemos encontrarnos con el otro que, desde su palabra, nos interpela?

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