No puedo sino escribir con mi yo a cuestas; en primera persona, decir: “yo arrojándome al equilibrio de la cuerda, vos del otro lado”, porque soy yo la que está en la tensión de tu presencia-ausencia, en el abismo de tus pliegues-palabras que me invocan, que me nombran desde no sé qué tiempo –que no es el nuestro.
Encontrarme dónde, si por ese corrimiento de la suerte nos hemos venido a desconocer, hemos quedado parados como grito en el medio de la tormenta, sin lugar, sin tiempo, casi sin cuerpos. La cercanía de sabernos encontrados, la complicidad de sabernos profanos a lo sacro, el eterno ir y volver de palabras transformadas para hacernos otros de los que éramos, menos inocentes tal vez; no sabíamos a dónde iríamos.
Si te pido, entonces estás asomándote como el sol, si te pienso, mi vocativo te realiza.
Estoy en tu almohada, en tu piel, en algún recuerdo pobre de premura, en donde estoy conmigo, donde no penetra nada, en una penumbra de mundo, en el quiebre de una oración, siempre para vos en mi boca.
No te alcanza mi abrazo. Ni mis minutos. Ni lo que pueda ya decir. Estoy donde estamos. Y donde nos dejaremos cuando te hayas ido.
1 comentarios:
Hola SIlva:
Que lindo lo que has escrito. Me encantó.
Saludos!
Max.
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