HYPOMNEMATA

Los hypomnemata eran cuadernos de escritura: en ellos se encontraban citas, fragmentos de escrituras o pensamientos del propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas, pensadas, y se atesoraban en esas páginas desordenadas, heterogéneas. Se trataba de un ejercicio en el pensamiento que no tenía como fin el decir lo indecible, sino captar lo ya dicho, de reunir lo leído. Eran escrituras sobre lecturas, y el fin de las mismas, la constitución de sí mismo. Era una escritura que posibilitaba la transformación de la verdad que nos damos a nosotros mismos. Una escritura que constituía con las propias palabras y las de otros un "cuerpo", como el propio cuerpo de quien, al transcribir sus lecturas, se las apropia y hace suya su verdad.







sábado, 5 de abril de 2008

Lunática


lunática
soportando la levedad de un gesto menguante
puedo abrochar la noche al silencio
como un botón negro en la tela de la nada
qué agueros parpadean en la negrura infinita
dentro de qué esfera brilla
lo que no tiene nombre
un espacio emerge
y el tiempo pulsa
emerjo
respiro una presencia
abro los ojos
e inmediatamente
rebota la luna

2 comentarios:

Flavio Hernán Teruel dijo...

Silva,

Linda con esos pelos que danzan...

Celebro tu blog, es decir, esa confunsión entre la palabra y el abismo dibujando en la red un yo, un mismo, un otro.

Un beso,

Flavio
http:\\flavioteruel.googlepages.com

Anónimo dijo...

quien es esta mujer que se arroja e invita a los abismos? quien esta lun�tica con el rayo en una mano y el martillo en la otra? de donde ha salido esta sirena, amiga de la ventisca y las caracolas, int�rprete apasionada de tales decires y cantares...

la conozco, la reconozco, la recuerdo profusamente y me estremezco ante este evento, que se escabulle entre mis dedos a la vez que me atravieza. Es mi mujer, mi amante, mi compa�era, mi t�bano personal que se abre al mundo, a los otros, en un continuo deshacerse y rehacerse,

entre tanto, nos canta al oido sonatas de antiguos bosques,
nos estrella con su vara y nos tensa de voltaje, de entusiasmo por la vida.

es que las personas, como los silbidos y los pensamientos creadores, no son de uno, ni de otro, ni de nadie. Son para todos y para cada uno, algo as� la libertad.

Gonzalo

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